Vía: Yokoo
Hace unos días me he comprometido con un tema de manualidades. Mi labor será hacer muñecos de plastilina, farolillos, pulseritas de bisutería, recortes, figuritas, etc. para entretener a unos niños. He omitido una información fundamental cuando me he comprometido: Que soy un zapato en temas de manualidades. Y me he aterrorizado por que no sé hacer nada. Me explico: A mi me das un trozo de papel y lo máximo que se me ocurre es utilizarlo para envolver el chicle antes de tirarlo. Ese mismo papelito se lo dan a otra, y seguro que con él te monta un centro comercial origami en Miami Beach la mar de aparente. (Las suecas son especialmente habilidosas para estos menesteres).
Ya lo dice mi jefe: Enfócate en tus puntos fuertes y vela sutilmente los débiles. Pues eso, ya me he puesto en marcha y he hecho un recuento rápido de mis puntos fuertes que puedan servir en esta tarea. Después de una hora de dedicación absoluta me he dado cuenta que mi máxima habilidad en tema de manualidades es teclear deprisa en el ordenador y disparar emails desde mi black berry a velocidad supersónica.
Así que dado este curriculum creativo tan extenso, he ideado un plan B que no me puede fallar: Me enfocaré en la plastilina. Ese es mi material de salvamento. Mi técnica reconocida de presión digital a velocidad de la luz, puede serme de gran utilidad en el moldeado rápido y delicado de figuritas abstractas.
Ups! casi me pillan por los pelos en un renuncio.