jueves, 22 de septiembre de 2011

Somewhere around the world









Ando un poco chunga de tiempo para posts mas largos. Pero eso si, siempre tengo un microsegundo para fichar algo que me guste y que sea inspiracional. Ahora que se cierra ya el verano, y el Otoño y su luz pausada entran, solo busco casas que me llamen la atención por la luz.


Aquí van unas cuantas. Si quereis más: En design sponge, amigos.

sábado, 17 de septiembre de 2011

miércoles, 14 de septiembre de 2011

This is not a shoe, this is an attitude





Este año, uno de mis grandes propósitos estéticos es no descuidar el tema de las pezuñitas de tacón alto (oye morena, dixit). Me he dado cuenta de las sutilezas de los tacones. Cuando me monto sobre ellos, soy otra: Me convierto en Wonder Dori. Traqueteo mejor por calles y pasillos, se me ve más, la sensualidad fluye milagrosamente de alguna parte todavía desconocida, me sale otra voz, y me apuntalo yo misma sobre mi misma lo que me hace ir más recta que un palo. No esta mal, no?


El problema, es elegir las pezuñitas de tacón alto que no acaben contigo. Por que una cosa es la sensualidad del tacón, y otra muy distinta, es la quasi-sensualidad del juanete incustrado y el andar a grito pelado todo el día. En el equilibrio está la mesura, ya lo decía alguien por ahí.

Así que cuando he visto estos zapatos de salón en Zara, me he dicho a mi misma que estaba ante mis compañeros de viaje perfectos: Tienen un tacón razonable, el color exacto, la forma un poco demodé, pero perfecta para llevarlos con pantalones de pitillo-illo, un acabado curioso en el tobillo, y un precio de escandalo a 39.90 Euros.

Creo que fueron ellos quienes me eligieron a mi: Se dijeron: Dori, Las chicas como tú necesitáis pezuñitas que os recuerden que you´re still hot, babe. Asi que paga en caja, y llevanos a casa, que ya es tarde.

Y así empezó nuestra historia juntos.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Fold around














Cuando era muy jovencita mi padre me dió dos consejos, uno sobre los hombres, que por discrección no comentaré en este blog, y otro sobre los trabajos. MI padre era un hombre de consejos un poco excéntricos, como he podido comprobar con el tiempo, y logicamente, el consejo que me dió sobre los trabajos no podría ser menos.


En su momento, me sugirió que cuando tuviera un trabajo, "moviera muchos papeles y que todos llevaran mi sello personal". En aquella época no lo entendí muy bien, no se si era por el pavo que tenía o porque el consejo era difícil de marras de entender. Ahora que soy mas mayor, y el pavo se me ha rebajado, creo entender por donde van los tiros. Creo que viene a decir, que debo dejar mi impronta en los papeles que manejo profesionalmente.

Como yo en esas cosas soy muy obediente, hete aquí que he encontrado los archivadores perfectos que reflejen nada menos que mi impronta personal, en esto de los papeles diseminados por mi despacho. Diría aún más, creo que reflejan exactamente, con una precisión suiza lo que estoy pensado de muchos de mis papeles. Cuestión que puede llegar a ser peligrosa no?

Lo bueno: Que me evita darle explicaciones a las personas que trabajan en mi equipo. Con que vean lo que está escrito en la portada, ya saben donde deben archivarlo ;)

Dios mío, no se me puede dejar suelta mucho tiempo.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Black for a while












Oh no lo puedo evitar, no me resisto al color negro. Lo se, debería abrirme a otra gama, pero ups! el negro, como diría Coco Chanel, es el único color que resalta el caracter en los ojos. Para muestra los de totokaelo.


Tendré que ir a terapia grupal para tratarme lo de los colores. Algún trauma infantil me impide pasar al rojo o al verde, por supuesto, como no, la culpa seguro que es de mi padres.


Por cierto, hay novedades en A project from the inside. Ahí va el número 2. Pinchad, pinchad malditos.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Carry on, babe










Como no podría ser de otra manera con Dori, me he dado cuenta que todos los procesos evolutivos los hago al revés. Explico como he llegado a tan digna conclusión.




Me acuerdo que antes hacía las maletas super zen. Metía lo mínimo y aprovechaba todos los espacios de las maletas. Era la Dori Zen de los aeropuertos, todo me cabía en la cáscara de un pistacho. Era digna de un publireportaje para las revistas de los aviones.




Pero ahora, que me he hecho más mayor y mis viajes se han intensificado, las cosas han cambiado. Sospechosamente, mis maletas han comenzado a desbordarse un poco. Ahora llevo ropa tanto para trabajar como para cambiar una bombilla, o recibir a la reina de Inglaterra. También meto todo tipo de trastos: el kindle, el movil, el ipod, el ordenador, las acuarelas para retratar a las personas que voy conociendo y el cuaderno de viaje con quinientos rotuladores para dejar memoria de cualquier sitio a donde voy. Me falta por meter el salón de mi casa, el cuarto y las plantas del balconcito por si puedo desplegarlos en alguna habitación de hotel, si me pongo morriñosa.




Al principio me he alertado y me he dicho a mi misma y a mis mismedades, que con estas edades de Lulú (como díria mi amiga Cansi) debería haber mejorado mi sistema de almacenamiento en maletas. Es decir, debería haber pasado del pistacho a la nano molecula, pero luego he pensado que no es cuestión de técnica, ni de optimización de espacios, sino de que mi vida se ha amplíado y es mucho más rica. Por eso me llevo todas mis experiencias, recuerdos y momentos en la maleta, ahora siempre que viajo.




Me he quedado tranquila al comprobar que a mis amigas las lolis barcelonesas, les pasa un cuarto de lo mismo. Como rebosan vida por todos los poros, sus maletas van a juego. Aparte de los 500 básicos imprescindibles, se llevan 350 botes de leche hidratante para pieles atópicas, las perchas para las chaquetas, los cereales de desayuno por si aflojan, y las bolsas de pipas para compartir por si tienen girl´s night viendo la tele.




No se puede evitar, si te desbordas en la vida, lo único que te queda, es comprar maletas más grandes.