lunes, 6 de septiembre de 2010

September comes, Dori on diet


Como muchos ya sabreis, con la entrada de Septiembre me he tenido que poner a plan por un tema médico. Poner a plan a una persona como yo es harto dificil. Me gusta comer y me gustan los sabores. Una dieta implica para mi, reducir uno de mis principales placeres vitales. Menos mal, que aún me queda el otro, uf!.

Mi jefe por supuesto se ha enterado, dado que en las comidas de trabajo he tenido que reducir la ingesta. Esta encantado, en primer lugar porque piensa que soy un obús, y el antiprototipo de la mujer eterea y lánguida, y en segundo lugar, porque el también está a plan y así le acompaño. Lo peor es que pretende afligirme los mismos suplicios que el mismo se auto inflige. Me explico: En las reuniones de trabajo, al objeto de que no pique cosas que no debo, me ofrece esas obleas redondeadas en proceso fabril, con sabor a arroz , que cuando te las metes en la boca, parece que te estás tomando un trozo de corcho sin remojar. Lo que más me sorprende es que esos platillos volantes de poliespan le fascinen y disfrute comiéndolos. Yo me quedo ojiplática.

Yo necesito sabores, texturas, intensidades en la comida y no renunciaré a ellas aunque esté a dieta. Porque, sino tengo texturas en la comida, como pretendo tenerlas en otros aspectos de la vida? Realmente estaba incomoda, por el hecho de que esta necesidad quasi vital no fuera compatible con mi necesidad de adelgazamiento por prescripción médica.

Pero estaba equivocada. Ayer vi la luz. Me fuí al curso de comida india con mi compañero de curro A. O. (Always follow the gentleman´s taste) y me volvieron a demostrar que no debo renunciar a mi pasión mientras me cuido. Se pueden comer cosas maravillosas, sanas y que no engordan mientras explotan en tu boca miles de sabores diferentes que te embriagan.

Y no lo digo porque sea una pelicura, es que ayer tuve una experiencia sin igual con una sopa que preparamos de lentejas llamada Paanshmedahl. Una sopa de diferentes lentejas amarillas, negras, marrones hasta verdes!, con un massala de clavo, canela, mostaza, cardamomo y jengibre que no puedo describir.

No abrí el pico mientras comía, no pude hablar después. Estoy segura que mi compi A.O. y otros cuantos que conozco, desean fervientemente que ese efecto de mutismo me dure unos 3 años seguidos.

2 comentarios:

barbarella dijo...

Querida Amelie, este otoño no se va a resistir ningun traje de chaqueta a tu cuerpo escultural..
¿para cuando un menu degustacion indio con explosion de sabores en el paladar?

Oye, morena dijo...

¡Malditas dietas!
Las obleas esas de arroz acorchado son asquerosas, estoy contigo. Además, de que no engordan, ná de ná.