Under the spell

Me he dado cuenta de un hecho irrefutable: Llegar a las vacaciones es una verdadera misión imposible. Tienes que esquivar escritos que llegan a última hora y deben ser contestados en el plazo estipulado; operaciones economicas que deben ser cerradas sin genero de dudas bajo la canicula estival con el bikini puesto; proyectos de urgente finalización por el efecto "stress de cierre pre-verano que el mundo se acaba" y un largo etcetera que os podeis imaginar, que hace que siempre siempre te tengas que ganar las vacaciones en el último round y llegues por los pelos al finger del avión apagando la black berry casi con los dientes.

Yo como siempre, aún no he decidido donde pienso pasar las vacaciones. Lo extraño es que lo supiera a estas alturas del verano. Pero en cualquier caso, hay un destino que se dislumbra como el definitivo: Turquía. No hago más que soñar con llegar pronto a Estambul, calzarme la sandalía quema-pavimento y meterme en uno de los hammanes recomendados por mi amigo A.O.- cosmopolita incombustible y digno sucesor de Mauricio Garcéz-, que me ha hecho un listado más que notable de sus baños favoritos. Always follow the gentleman.

Cacahuete me ha dicho que con tal de que desaparezca de su vista en los próximos meses, se ha ofrecido a acompañarme este Sábado a cerrar el viaje. Todo ello porque desea febrilmente ver a su Dori perdiendo los papeles, entre aceites balsámicos, con un turco masajista de hamman.

No me parece mala idea, siempre y cuando el sujeto se parezca a Adam Bousdoukos y no me despeinen mucho, que lo llevo fatal.