Efectivamente, esta crisis económica que estamos todos padeciendo saca mi yo más ingenioso. De aquí a los próximos tres meses tengo una serie de bodas a los que no puedo faltar, no porque yo sea la novia (al menos que yo me haya enterado) sino porque es de mi gente más cercana y para mi, estar con ellos ese día tan importante en sus vidas aunque pongan mi peli favorita en la tele, es sagrado. Tal cual te lo digo, oyes.
Me he dado cuenta de que tanto evento festivo puede perjudicar fuertemente mi salud económica, pero no me dejo amedrantar, no!. Para ello, he decidido sacar a relucir este ingenio que Dios me ha dado y aplicarlo de forma práctica (ya era hora!) en la economía casera, que es justo donde yo siempre he flaqueado un montón. La aplicación práctica de esa chispa natural pasa ineludiblemente por el outfit a llevar a tan magnos faustos. Me he roto la cabeza a pensar y he decidido que básicamente me da igual si en las 3 bodas planificadas los invitados coinciden y ven que repito outfit por decimocuarta vez. No se preocupen, seguramente yo no sea la misma en ninguna de las 3 bodas, asi que mas da que el traje sea el mismo?
Aunque repita, tengo la solución perfecta para que no se note, el cambio de accesorios: Un broche aquí , un pendiente allá, una flor acullá, un bolso de mano del año de la tana muy bien conservado pero que nadie conocía, unos taconazos de vertigo y lo que no falla nunca, a little bit of attitude. Eso, cuando quiero no me falla nunca.
El outfit se hace en dos patadas, un vestidito saco de esos de 30 euros de Zara, un sobretodo de lino negro que tengo del año de la pera que bien puesto me da un aire sofisticado la mar de aparente, unos zapatos de tacon de infarto que, en su momento, fueron rosa chicle y ahora, gracias al tinte y a mi paciencia he convertido en negros, y unos pendientes enormes de 5 euros que visten un montón, y me hacen el servicio en una boda o en la cola del super.
Y ojo! eso porque no tengo mucho tiempo, pero con esta crisis económica he empezado a hacerme mi propia bisuteria. Para ello, chequeo todo lo que me gusta on line, como los pendientes que salen en la foto, y acto seguido envisto la primera tienda de abalorios más cercana que encuentro y en menos que cante un gallo, me tienes en casa tenaza en mano, doblando, cortando y colocando piedritas de colores.
Como empiece así, acabo tapizando yo sola los sofás en mis ratos libres.