Este oveja que veis aquí hecha de lana que recubre la parte superior de mi lapiz, se llama Patroclo. Patroclo tiene la cara y el morro perfilados en negro, una sonrisa hecha de fino hilo rojo y dos muñoncitos blancos por patitas a ambos lados de su lomo tubular. Este tipo entró en mi casa, de la misma forma que entran todas las cosas en mi hogar: por la puerta. Me lo regaló hace un montón de años mi irresponsable progenitor conocedor de mi secreta afición desde niña a animar todo objeto inanimado, especialmente si representan animales. Y digo irresponsable porque solo a él se le podría ocurrir darme carrete con estos temas, calzando yo ya la treintena.
Originariamente Patroclo era una pequeña marioneta para colocar en el dedo índice y entretener a los niños, pero yo quería más de mi Patroclo y lo convertí en un capuchón para proteger la parte superior de los lápices con los que escribo. Desde entonces, Patroclo me acompaña en mi estuche allí donde yo vaya, dando calor a mis lápices. Entre los dos, planificamos acciones, repasamos documentos, diseñanos estrategias, preparamos reuniones y buscamos los flancos débiles de nuestros oponentes para poder atacar. Este Patroclo me ha sorprendido, dado que esconde detrás de esos ojitos redonduelos hechos de una puntada de lana, bastante sangre fria y ganas de bronca.
Últimamente tengo que estar muy pendiente de Patroclo y de su carácter impulsivo. Como está hecho de lana, la parte inferior de su cuerpito tubular se ha dado de si por los diferentes grosores de los lápices que protege. Este contratiempo ha convertido a Patroclo en una pequeña arma arrojadiza. En las reuniones, basta que el lápiz adquiera una velocidad de movimiento peligrosa, para que esta pequeña oveja salga despedida al otro lado de la mesa y agreda al interlocutor que tenga delante. Yo creo que Patroclo es muy listo, por algo lleva el nombre de uno de los heroes de la guerra de Troya. Él sabe cuando estoy en clara desventaja en una negociación, porque realiza siempre una inteligente maniobra de distracción, lanzándose en caída libre sobre mi oponente para que yo gane algunos segundos de reacción y pueda hacerme con el resto de la reunión. Pura táctica bélica la de este Patroclo.
En cualquier caso, y al objeto de que no nos descubran en nuestras maniobras maestras, he tenido que ponerle alrededor de la parte inferior de su cuerpecito una goma elástica que le mantenga estable en el lápiz y evite que coja una afición desmesurada a esto de los saltos mortales.
Patroclo y yo somos inseparables en todo lo que hacemos. Mas de una vez la hemos pifiado juntos en algún tema pero somos en general un team irreductible. Al final de la jornada cuando hemos terminado un día largo de trabajo y hemos cumplido con nuestros encargos, Patroclo vuelve siempre obedientemente a su estuche a descansar después de oirme decir nuestra frase secreta: Patroclo: leave the gun and take the cannoli.
3 comentarios:
Amelie solamente tú puedes tener un aliado como Patroclo en tus negociaciones. Eres única. Eso sí, te recomiendo que le quites la protesis que le has puesto (la goma) para que así pueda actuar libremente y en el momento justo, como hasta ahora lo ha hecho. Un beso enome:
V:
¡¡¡¡Me encanta Patroclo!!!!! Es total: hábil, implacable, maquiavélico... Estoy segura de que también es atractivo... Oye, cuando le dejas a oscuras ¿no se dedicará a seducir a las rotuladoras que tienes en el estuche??
Ya te digo croqueta, es un boli-lover este patroclo, me tiene a los fluorescentes soliviantados con tanta seducción. No sabes que ojitos me hace a mi también mi patroclo, cualquier día me lleva al estuche.......
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