domingo, 26 de octubre de 2008

Slightly mad doggie in a polaroid

Mientras preparo la cartera del cole para mañana volver al trabajo, observo a mi perro que me acompaña a todas partes. Antes era un perro solitario e independiente que no le gustaba ser molestado por nadie, pero desde que se ha convertido en una abuela, ahora es mi pequeña sombra que siempre esta detrás de mí. No importa donde esté ni lo que haga, a mi derecha, verás siempre a mi pequeña demente senil en su eterno outfit negro. Se diría que es una prolongación protuberante de mi persona que puedes encontrar intentando meterse en mi bolso, en mi maleta, en mi ducha o en mi cama. Cualquier día se pone mis tacones y me sustituye en las reuniones. También ahora le ha dado por escarbar. Eso si, esta actividad la practica a las 3.30 de la madrugada en punto. Será por eso de que a esa hora hay buena luz natural y el ruido se mitiga mejor, digo yo, vamos.

Por cierto, este efecto polaroid me tiene ojiplática.

martes, 21 de octubre de 2008

To nap or not to nap


Muchos de mis amigos conocen la afición que tengo a preparar almuerzos en casa e invitar a los colegas. Esta última sesión, a finales de septiembre, terminó así: con estos dos inconscientes haciendo la siesta en el sofá familiar. Debo entender que esto es el claro resultado de que el almuerzo salió bien y que comieron y bebieron a gusto, con risas y chascarrillos varios. Aunque debo reconocer que aún me cabe la sana duda de que realmente su único fin fuera evadirse de una conversación de grillas que venían soportando desde hacía más de dos horas. En cualquier caso, da gusto ver como apoyan sus cabezas en el cojín y brazo del sofá, respectivamente, justo en los sitios donde mi perro con demencia senil suele apoyar su culo peludo para dormir la siesta. Mejor será omitirles este último detalle.



domingo, 19 de octubre de 2008

Lazing on a sunday afternoon


Uhmmm..... q bueno. Esto es exactamente lo que quería hacer esta tarde: Desconectar el móvil, prepararme un té, estirarme en el sofá con mi fiel perro con demencia senil, seguir leyendo a Sandro Veronesi y su Caos Calmo y perderme en los pensamientos del personaje principal, que el pobre tiene una papeleta en el libro tremenda y me parece que va a tener que sudarla hasta la página 466, como mínimo. A pesar de estar leyendo, mi cabeza ha sido capaz de ejecutar otros pensamientos al mismo tiempo. Algunos de ellos útiles, como hacer la lista de la compra o preparar la agenda de mañana y otros, sorprendentemente ridículos como depilarme las piernas mentalmente, o preparar la perfecta contestación que debí darle a aquella persona, aquel día, cuando me dijo aquello concreto. Lo hubiera dejado en su sitio!

Creo que por esta razón me ha dado la impresión de que he leído la misma hoja del libro cinco o seis veces seguidas.