Revisando este jueves la cartelera he visto tres películas que quiero ir a ver. También he hecho un estudio pormenorizado de un fenómeno que veo en la cartelera actual: Da igual lo que hagas desde un punto de vista de las relaciones: si quieres vivir un romance apasionado, deshacerte del recuerdo de un amante traidor o intentar llevar a buen puerto a tu pareja, ineludiblemente debes pasar por Italia. Da igual la localización geográfica: Tanto vale el Norte (como en la película de Yo soy el amor), una isla del sur (Villa Amalia) u otra en el centro (véase Entre nosotros-Alle anderen).
Debe ser esto un fenómeno sociológico común a cualquier nacionalidad. No importa que la película sea alemana, francesa o mismamente italiana. Si tienes que resolver un conflicto emocional de pareja, ya puedes ir llamando a Alitalia y coger business class, porque está visto que este tipo de conflictos solo se pueden gestionar eficazmente entre vides, olivas y ensaladas capreses, te lo digo yo.
Yo creo que la culpa de todo esto lo tiene los nuevos anuncios de Carrefour. Esto de comprar un aceite de oliva y sentirte inmediatamente transportada a una rústica cocina italiana repletita de ristras de ajo y pimientos secos colgando del techo, mientras entra una luz dorada del atardecer por la ventana que da a los viñedos, nos ha hecho mucho daño a todos. Lo constato.
Y así esta pasando. Mientras parece ser que media Europa vuela a Italia a solucionar sus penas emocionales. Los italianos, dado que no cabe tanta gente en tan estrecha bota, huyen despavoridos a cualquier rincón del mundo, donde no les den la vara con esto del amore y la pasione.
Y yo que quieres que te diga, los entiendo. Que uno esta ya para una vida tranquilita y sin sobresaltos.