Estoy casi terminando el libro de Eric Emmanuel Schmitt titulado "El libro más bello del mundo y otras historías". Este libro me tenía curiosa desde hace días y finalmente me decidí a comprarlo una tarde de sábado. Compré uno para mi y otra para una amiga mía como regalo. Es un libro de mujeres, hecho para mujeres, que cuenta las diversas formas en que éstas recorren su camino a la felicidad. Las hay neuróticas, infantiles, egoístas, generosas, tiernas e inalcanzables. Tantos tipos de mujeres como mujeres hay en el mundo. En cualquier caso, leídas todas las historías, mi personaje favorito sin duda alguna, es la menuda Odette Toulemonde.
Odette, para mi es la más real, la más humana. Sabe lo que tiene alrededor. Odette vive en un barrio de antiguos mineros a las afueras de Bruselas que se llama Charlesleroi, con sus dos hijos. Tiene una vida modesta y normal de un barrio de perifería, con dos trabajos para sostener a su familia: uno de dependienta y otro de modista de arreglos por la noche. Cuando acaba la jornada se relaja leyendo los libros de su autor favorito y perdiendo la mirada en un poster gigante que tiene colgado en la pared opuesta a su cama, y que representa un atardecer con palmeras en la playa.
Pero Odette es cualquier cosa menos normal o vulgar. Odette tiene un mundo propio, a room of one´s own. Ese espacio propio del cual se alimenta para, primero ser feliz ella, y después, hacer felices a los que tiene alrededor. Odette levita cuando entra en su mundo. No todo el mundo sabe tener a room of one´s own.
También creo que es libre, absolutamente libre de pensamiento, porque es verdaderamente consciente de las limitaciones que tiene alrededor, de todo lo que ha dejado atrás o de todo lo que no ha podido alcanzar, y a pesar de ello construye para bien. De vez en cuando se lamenta, cosa que me parece bien, No me parecería normal que no lo hiciera, creo que la gente sin un poco de auto-complaciencia no es natural. Lo bueno de Toulemonde es que a pesar de ello, también sabe construir día a día ese espacio de bienestar alrededor suyo, que tanto atrae a sus conocidos y desconocidos.
Odette me gusta porque no es naif, ni tonta, ni happy porque si, o porque la sociedad se lo exige. Odette es alegre, cuestión distinta de ser feliz, tiene mucho poso dentro, y sabe de que va esto.