Estimados, disculpadme estos días de silencio. Todo tiene una explicación. Estoy en Viena estos días por temas de trabajo y he vuelto a enmudecer con la grandeza de esta ciudad. Hace doce años viví aquí durante tres meses y medio estudiando, y ahora que he vuelto me han inundado un montón de recuerdos de aquella época tan fantástica. Llevo ya casi una semana y he logrado escaparme varias veces para poder pasear otra vez por aquí y visitar mi antigua casa y algunos lugares muy queridos. Al principio me he desorientado un poco, no pensé que doce años pudieran desmemoriar tanto a una persona, pero después de un día de trote he vuelto a encontrarme y las memories han ido saliendo rápidamente.
Me he dado cuenta mientras paseaba que ya no soy la misma de doce años atrás, ni yo ni nada de lo que me rodea. Pero debo decir honestamente que tampoco miro con nostalgia aquel pasado al que adelanté hace tanto tiempo. Lo pasado, pasado está y yo soy otra en otro escenario.
Ahora que lo pienso me doy cuenta que no creo que me encuentre en esta ciudad que me es tan querida, justo en este momento por pura casualidad. Mis grandes puntos de inflexión personal curiosamente empezaron en Viena. Una ciudad que nunca elegí, pero que ella si ha ocupado en elegirme una y otra vez. Si hoy estoy aquí de vuelta, es porque tal vez sé que otros cambios van a llegar, y me alegra saber que será Viena la ciudad que los inagure como ya hizo una vez.
Estoy expectante siempre con esta ciudad imperial, que vuelve a ser mía una vez mas. Viena es como un amor que no buscas, pero con el que siempre tropiezas. Espero los cambios al calor de sus frittatensuppes y tafelspitzs.
No hay comentarios:
Publicar un comentario