miércoles, 14 de octubre de 2009

Little women, little sins



Acabo de terminar el libro "life with Picasso" escrito por una de las mujeres del artista, Françoise Gilot (En realidad no se que número hizo esta, me pasa con él lo mismo que con Enrique VIII, que con tanta mujer pá arriba y pá abajo, pierdo la cuenta), donde cuenta su vida con el artista.

Tengo que reconocer que lo empecé hace algunos años pero lo dejé interrumpido, porque la protagonista Françoise me cayó un poco antipática porque descubrí en las primeras hojas del libro el tufillo de una de las actitudes o debilidades que menos me gustan de las mujeres, y conste que yo soy una de ellas y he pecado hace años de esa debilidad.

Intentaré explicarme lo mejor que pueda. Me he dado cuenta que hay ciertas mujeres que tienen la costumbre de pensar, especialmente con los hombres de naturaleza complicada, que ellas son las únicas que realmente les entienden, y que ellos las tratan de "forma diferente o especial (sinónimo de mejor)" en relación, al resto de las mujeres con las que han estado. No falla, se lo he oído a un montón de mujeres, (ojo! yo misma incluida).

Consciente o inconscientemente una gran mayoría piensa, especialmente cuando la relación ha terminado y más comúnmente si la ha terminado él, que ellas "los han marcado para siempre" porque "ella ha sido especial en la vida de él". En estos casos, pocas veces he oído decir a una mujer que ella no fue más que cualquier otra historia de las que pudo pasar por la vida de esa ex-pareja, con la importancia justa y equivalente al contexto y razones determinadas donde se desarrolló la relación.

No sé porque es así. A veces pienso si la razón será que algunas mujeres tienen miedo a no significar nada por ellas mismas y necesitan dejar esas supuestas huellas indelebles en estas personas, por lo que se convierten en unas especie de Florence Nightingale en busca de causas desesperadas que las hagan sentir supuestamente únicas y especiales.

Como diría otra francesa llamada Françoise Giroud (fue Ministra), las mujeres deben aprender a "liberarse de la mirada del otro".

Yo ya he ido aprendiendo esa lección desde hace ya varios años, la "mirada del otro" ya no me pesa tanto. No me siento ni especial ni única para nadie (bueno si, para mi perro si, porque soy la que le doy de comer y eso quieras que no influye). Creo que perder esa vanidad, es más sano.

Por eso cuando he visto el tufillo de Françoise Gilot de "yo si que he sido especial para Picasso y yo si que he comprendido al genio", me he dicho Uf! aquí va una de esas. Y lo siento, no he podido ser empatica con ella porque la foto de la portada que es la que adjunto a este post, me ratifica en este pensamiento y creo que es intencionada al mostrar a Picasso llevándole la sombrilla un poco servilmente.

Posiblemente Picasso jamás se preguntó cual fue especial para él. Posiblemente no fue ninguna, o todas, quien sabe.

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