Madame Picapino, ya sé que estás con el pequeño lactante a estas horas y con suerte puedes leer este post. Tenía que decírtelo: No tenemos remedio. Nos dejan sueltas y se nos va la olla exactamente hacia donde queremos que se vaya. Ya sé, ya sé, que prometí hacerme mayor y que doy mucho el pego a veces, pero justo cuando tuve la oportunidad, justo cuando tenía que elegir el papel pintado, para esas malditas tres paredes que protegen la mesa donde todos hemos comido tantas veces y seguiremos comiendo, voy y me decido por éste.
Fijate que lo he intentado, quise mover el ratón hacía otro diseño pero no pude, quería éste. Estas montañitas hechas por alguna pelotilla nórdica de 4 años, que me recuerdan que soy una cabritilla y que siempre estoy subiendo montañas imaginarias, por el mero placer de subirlas.
Acostúmbrate. Ese rincón a partir de ahora será un espacio escarpado y nevado. No olvides traer los prismáticos, porque desde lo alto de esas garabateadas cimas, podremos observar un montón de cosas.
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